sábado, noviembre 14, 2009

Espera



Para la Voz y
la melancolía que habita en sus ojos ,
por su puesto

A punto de abandonar esta espera, de ojos abiertos, de tiempo, de noches, de imágenes en colapso. De día y de ayeres. Lo exacto del ritmo es su cuerpo: desvelo de ermitaños. Lejos está el motivo y la urgencia, instalados en la causa de la melancolía propia, tan suya y ajena. Estamos fuera, como si el futuro dependiera de la sutileza de la palabra, del paso caminado y en espera. Regresamos a esta muerte, a la ternura de su voz; nos ofrecemos a la revolución donde nos encontramos.
Pensamos en tormentas, naufragios, oportunidades acicaladas de buenas intenciones, y café caliente. Es el silencio de sus labios lo que resume el mundo en un gesto, la eterna batalla que reconfigura el miedo. Nos sabemos huérfanos frente a la náusea y el hartazgo, alejados de la estética del desprecio. Próximo a dejar esta espera, con las ganas del que dice y se cuestiona el cómo. La complejidad es más certera y la posibilidad sigue estando en sus ojos.
La noche da a mis sueños la forma de tu cuerpo.
Sólo hay silencios, silencios que laceran, que atormentan.
Soledades que ahoga el sentir que brota de mi cuerpo.
Eres el viento nocturno que acarician las llagas de mi mente,
y yo, sólo soy una miserable voz incendiada.

La memoria perfuma los recuerdos con nostalgias.
Quiero decirte lo que calla ni boca muda
más mi mirada se quiebra bajo las sombras de tu rostro.
La sangre arde en suspiros, la pasión me ahoga.
Eres el beso no dado, el más deseado,
Y yo, una triste sombra que carcome sueños.

La noche esta consumiéndose.
El amanecer se aproxima sembrando nostalgias
y carcomiendo los ensueños rotos de mis pupilas muertas.
Eres la sombra que declara guerra a mi paz
Y yo sólo te miro entre los ecos mudos de mi silencio

La luz rompe los muros de los versos que escribo,
dejando que mueran las horas que transforman las herida que no cierran.
Vienes a mí sólo para marcharte.
Eres el ángel que tocó mi corazón sin saberlo
Y yo soy el deseo errante que deshoja margaritas en un balcón de sueños.

Medea

A la voz que puede ser...

Quiero crearte en el amnésico espacio de la duda
Crearte desde las manos que siento mías,
hasta la necedad que aguarda.
Crearte en las noches, en los pasos,
en la ausencia, en este día…en todos si es posible.
Todavía hay algo…la respiración que desvela el descanso,
La palabra que se sabe, la voz que la anuncia.
Siguen los otros…los nuestros tras la ira melancólica del insomnio.
Y me amo en el sonido de tus ojos,
A través de la melodía del no estamos, pero me gustaría.
Crear, crearte-creerte…en eso estamos.
Te busco entre las sábanas frías donde la ausencia se mira
Tuve deseos de regalarte la luna confiscada en otros tiempos
Me muerden las heridas, ya no puedo más. En cada gota de mi sangre (húmeda de anhelos y fatigas) hay un grito y una nota. Y me doble, me doblo ante tu presencia. Los cuervos de la noche han volado para dejar entrar nuevas utopías a este mundo paralelo a la realidad.

Medea